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domingo, 18 de octubre de 2015

ROMANCES MEDIEVALES



     

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EL ROMANCE


     El romance es un poema formado por una serie indefinida de versos octosílabos, de los cuales los versos pares riman en asonante y los impares quedan libres.

     Los romances en la Edad Media, se difundían oralmente, esto es, se pasaban de unos a otros como las leyendas de hoy en día ya que por aquel entonces casi no existían los libros, posteriormente sí que los recopilaron todos en un libro llamado el romancero.

     El romancero es la agrupación de todos los romances que se han escrito desde el siglo XIV hasta nuestros días.

    El romancero viejo: Está formado por todos los romances anónimos compuestos desde el siglo XIV al siglo XVI. Centenares de romances que desplazaron a los extensos cantares de gesta.

    El romancero nuevo: Está formado por todos los romances nuevos o artísticos escritos por autores cultos (Lope, Quevedo, Cervantes…) y conocidos a partir de la segunda mitad del siglo XVI.

      Como ejemplo podemos escuchar el Romance El Enamorado y la Muerte, interpretado de forma excepcional por el músico y folklorista Joaquín Díaz







ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE

Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
¿Como has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante;
la Muerte que Dios te envía.
-¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
-Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.







Os ofrezco otro romance muy distinto






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